Política horizontal vs. lucha de competencias

Parece ser que hay una nueva discrepancia entre las administraciones en su pugna por definir sus competencias. El Ministro de Industria, Miguel Sebastián (ese hombre que Zapatero designó como temible rival para Esperanza Aguirre en las últimas autonómicas madrileñas), declaró que el gobierno no opondrá restricciones al libre intercambio de información en internet. Algo que es muy de agradecer, dadas las absurdas propuestas que se barajan en la Unión Europea (más des-Unida que nunca…) para poner freno a la nueva circunstancia que, simplemente, se les escapa de las manos y les queda muy grande. Pero esto choca con la opinión de su compañero Cesar Antonio Molina, de la cartera de Cultura, que señalaba hace unos días la necesidad de leyes que garanticen la defensa de los derechos de propiedad intelectual, reafirmándose en su rol de custodio de la Cultura. Así, con Mayúscula.

No voy a seguir mareando el tema de los derechos, el intercambio de contenidos, la libertad en la red, el canon digital, la copia privada y el derecho a la intimidad. Ya se ha hablado mucho de esto, y por mi parte lo tengo bastante claro.

En realidad, la noticia me da pie para reflexionar sobre las estructuras organizativas en la administración, totalmente obsoletas e ineficaces, perdidas en debates inoperativos sobre poderes y competencias. En esta perversa democracia que nos ha tocado vivir, los partidos políticos funcionan con jerarquías propias del mundo mercantil y empresarial de antaño, trasladando éstas a los órganos públicos del Estado cuando acceden a ellos. Escuchando las declaraciones de la actual clase política, que un profesor mío denominaba «de sillón y moqueta», uno parece presenciar la típica pugna entre los directivos de una empresa por demostrar quien manda más y  cuál tiene el mejor despacho, el coche más aparente y la plaza de garage junto a la puerta del curro. Y mientras ¿cómo va el negocio..?. Pues mal, francamente mal.

La política no acaba de aprender la lección de los nuevos modelos organizativos que ha propiciado la actual sociedad red. No digo que tengan que desaparecer los ministerios ni esta democracia  presidencialista encubierta (y no porque me gusten, sino porque simplemente no sé cuál es la alternativa..), pero sí creo que las nuevas redes participativas son un catalizador para la ansiada  horizontalidad de las administraciones que hoy funcionan con una sonrojante descoordinación. Todos hemos sido alguna vez sufridores de la clásica situación (que tantos chistes y sketches ha originado) ante funcionarios que nos hacen recorrer todas las ventanillas, rellenar a mano unos cuantos formularios (previo pago), y vuelva usted el próximo día. Incluso conozco algún caso de primera mano, que por supuesto no voy a detallar, en el que dos administraciones (una autonómica y otra municipal) encargan por separado un estudio o informe a un mismo profesional, y éste le cobra el trabajo íntegro a cada uno (o sea, cobra el doble…), y después se lo hace saber a ambas partes, para ver si les caía la cara de vergüenza . ¡Hombre, antes de pedir nada, hagan una llamadita por teléfono, no vaya a ser que lo que quieren ustedes  ya lo tengan en otro lado y esté a disposición pública…!.

En el caso Sebastián vs. Molina, el desacuerdo se produce porque se trata de una nueva situación que desconocen completamente, y ni ellos mismos se aclaran sobre lo que piensan y deben decir. No saben a qué atenerse. Realizan declaraciones contradictorias, según el sector empresarial que suponen que tienen que defender cada uno, olvidándose que en teoría velan por los intereses de toda una sociedad. Aunque todos sabemos que, por desgracia, esto no funciona así. Como acertadamente acuñó el conocido político, Spain is different. Pues por lo menos en eso le doy la razón.

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